Desde que llegaron a Toucan Rescue Ranch, estos pequeños puercoespines mexicanos peludos se han convertido en los mejores amigos. Pero no siempre se han tenido el uno al otro. Ambos bebés fueron encontrados huérfanos, aproximadamente de la misma edad. Spud, manchado en el suelo cerca del lado oeste de la capital de Costa Rica, San José; Tater, descubierto en la base de un árbol.
Spud fue rescatado por personas amables, quienes primero notaron a este bebé bien camuflado tirado en el suelo cerca del lado oeste de la capital, San José, sin mamá a la vista. Pero sabían que este pequeño bebé merecía una oportunidad en la vida. Una oportunidad que, sin una madre, probablemente no tendría. Afortunadamente, los rescatistas de Spud pudieron transportarlo de manera segura de regreso a Toucan Rescue Ranch, y gracias a Dios lo hicieron: al examinarlo, se descubrió que Spud es prácticamente un recién nacido, con un peso de solo 184 gramos. Este pequeño chico está lejos de estar listo para asumir la vida solo, ya que los puercoespines bebés dependen de sus madres para sobrevivir durante los primeros meses de vida. Pero gracias al pensamiento rápido de algunas personas amables, Spud tiene la oportunidad de finalmente estar listo para hacerlo.
De manera similar, Tater fue encontrado por unos buenos samaritanos, quienes vieron lo que parecía una pequeña bola de pelusa, completamente sola en la base de un árbol. Una inspección más cercana reveló que era un puercoespín recién nacido, cuya mamá no estaba a la vista. Esperaron, sabiendo que los puercoespines mamá a menudo esconden a sus crías en lugares escondidos mientras buscan comida. Esperaban lo mejor, monitoreando a Tater desde una pequeña distancia. Pero después de un tiempo, quedó claro: no iba a haber una reunión. Las personas amables recogieron al pequeño Tater, antes de alertar a los de Toucan Rescue Ranch para pedir ayuda.
La buena noticia es que AMBOS Spud y Tater están sanos (aparte de que Spud tiene algunos rasguños en el estómago, que se están curando muy bien). Ambos reciben alimentación frecuente y de rutina, y crecen cada día más. Sus púas puntiagudas apenas comienzan a aparecer, lo que reemplazará parte de su esponjosidad a medida que se desarrollen. Y ahora, también han sido trasladados a un pequeño recinto al aire libre durante el día, donde practicarán usando su cola prensil, treparán y, con suerte, ganarán algo de independencia. Porque, al final del día, Spud y Tater merecen una vida en el hogar que les corresponde: ¡los árboles!